"El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe “en grupo”, nunca el héroe individual, el héroe solo" (Oesterheld, El Eternauta)

sábado, 31 de marzo de 2012

Don Quijote y Gulliver - Parodia y sátira

Según el diccionario:

Parodia: imitación burlesca de una obra literaria o artística de cualquier clase.
  
Sátira: discurso, escrito o dicho agudo, picante y mordaz cuyo objetivo es ridicu­lizar a personas o cosas.

      Según el crítico literario Gerard Genette, la parodia se basa en una confusión cuyo objetivo es producir efectos cómicos. Genette propone una diferencia clarificadora entre sátira y parodia, teniendo en cuenta las relaciones intertextuales que mantienen con otras obras literarias que las prece­dieron. Es preciso, entonces, aclarar qué se entiende por relaciones entre textos.

  • lntertextualidad: Los textos literarios se relacionan entre sí de diferen­tes modos. Los lectores pueden o no percibir claramente estas relaciones. Cuando un autor cita a otro en su texto, establece una relación entre el texto que escribe y el otro. Cuando en lugar de citar explícitamente, el au­tor simplemente alude a otro texto, establece también, en este caso, una relación intertextual. Hay una amplia gradación de este modo de relación entre textos que va desde el plagio, cuando un autor copia sin declararlo a otro, pasando por la cita literaria hasta la alusión. En suma, podemos afirmar que la intertextualidad es la presencia efectiva de un texto en otro.
La percepción por parte del lector de las relaciones entre una obra y otra que la precede o que la sigue es el mecanismo propio de la lectura literaria y contribuye a la construcción del significado que una lectura de tipo lineal simplifica.

  • Architextualidad: es la relación que un texto establece con el género al que pertenece. Es generalmente una relación implícita, ya que ningún tex­to tiene obligación de declarar su pertenencia genérica. 


  • Relación por derivación: esta es la relación que más nos interesa para acercarnos a la sátira y la parodia. Es la que se produce cuando un texto deriva de otro.

En rigor, no hay obra literaria que en algún grado no evoque a otra; estas relaciones pueden ser más o menos evidentes y, en algunos casos, pasan inad­vertidas. 

PARODIA

Sus orígenes son remotos y difíciles de delimitar. Muchos autores indican que cuando los rapsodas cantaban los versos de la llíada y de la Odisea percibían una falta de interés o aburrimiento del público oyente, incluían re­citados con los mismos versos, pero desviando su sentido y destinados a di­vertir al público.
Si esta versión es cierta, explica satisfactoriamente el concepto de parodia: el mismo texto con una intención muy diferente.
En la parodia, la risa surge de una constante confrontación entre ambos textos, el parodiado y el parodiante. También requiere una conciencia de gé­nero, ya que lo paródico se establece en relación con los rasgos esenciales de un género. Pensemos, por ejemplo, en Maxwell Smart, el personaje de la se­rie televisiva El superagente 86. Max es un espía de una organización, "Con­trol", que lucha contra otra organización, '"Kaos". La comicidad se produce por el tratamiento irreverente de la dignidad de este personaje en contraste con los espías canónicos del género, como por ejemplo James Bond (el personaje creado por el autor inglés lan Fleming), que siempre triunfan gracias a sus ha­bilidades e inteligencia. Ya su nombre, Smart, cuyo significado es "astuto", presenta un contraste paródico con la torpeza que caracteriza a ese personaje.
Desviar un texto de su sentido, de su contexto, es un procedimiento paródico. El ejemplo clásico de texto paródico es El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, que es una parodia a las novelas de caballería.

SÁTIRA

La sátira comparte con la parodia el mismo objetivo: producir un efecto cómico. Su origen también es remoto, autores de la antigüedad clásica ya cultivaban este estilo. Los romanos convirtieron la sátira en un género literario y, a través de ella, fustigaban los vicios de su sociedad.
En el caso de la sátira, el humor se produce a partir de la crítica a personas, "vicios" o costumbres. Lo característico de la sátira es que no señala directamente como negativo aquello que critica; sino, por el contrario, lo presenta mediante procedimientos de contraste entre lo real y lo ideal. Es el  lector quien construye su significado. La esencia de la sátira está dada por la expresión latina: ridentem dicere verum, lo que significa "decir la verdad, en broma". Un ejemplo típico de texto satírico es Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, en donde la crítica al contexto social de la época queda implícita en las descripciones de las situaciones y los personajes absurdos.
Por último, falta precisar el papel que cumple la ironía en los textos có­micos. Habitualmente, se afirma que la ironía consiste en decir lo contrario lo que se piensa. La ironía implica un juego comunicativo que consiste en decir, en alguna forma o con alguna entonación que no deja lugar a dudas sobre el verdadero sentido, lo contrario de una cosa. Se da a entender por algún medio que no se dice lo que se dice. En la literatura, el papel del lector es central, ya que si no se produce esta complicidad que implica asignar otro sentido diferente a lo que se lee, la ironía no produce su efecto. Veamos el siguiente ejemplo de la vida cotidiana: alguien dice frente a varias personas “¡Por suerte cambió el Gobierno! Todo se va a arreglar". Las personas que saben que quien habló es contrario al nuevo Gobierno están en condiciones de interpretar la ironía, los demás le darán un sentido literal a sus palabras.
En la lengua hablada, la ironía es fácilmente reconocida gracias al tono de la voz, en cambio en la escritura no es tan sencillo. En ocasiones es necesaria una relectura para descubrir dónde el escritor ironizaba.
La parodia y la imitación satírica son formas intertextuales, que requieren la confrontación con el texto o género del que son derivaciones. La ironía es un mecanismo presente tanto en la parodia como en la imitación satírica y requiere de la capacidad del lector para entender lo que se dice y sustituir el sentido.
Podemos encontrar estos mecanismos en textos que son clásicos de literatura universal: El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes y Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift

A partir de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Cervantes, con el pretex­to de desterrar los libros de caballería, inventó un género moderno y popular, que inte­resa a la gente tanto como en el pasado le habían interesado las novelas de caballería.
La adhesión de los lectores fue inmediata y su éxito, también. El libro, dividido en dos partes, consta de tres salidas del caballero andante y su escudero. El argumento es el siguiente: Alonso Quijano, vecino de un pueblo de la Mancha, es aficionado a la lec­tura de libros de caballería. Lee tanto, que después de un tiempo pierde la cordura.
“[...] Él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio.”

Quijano se convierte entonces en don Quijote y, con su exaltada fantasía, se remon­ta por encima de la realidad a un mundo imaginario en el que habitan princesas, gi­gantes, magos y sobre todo su dama, Dulcinea del Toboso, que no es más que una for­nida moza de un pueblo vecino que no tiene la menor idea de lo que le sucede al po­bre caballero. Sancho, compañero de andanzas de don Quijote, es un rústico e inge­nuo labrador que confía en las promesas de recompensas y riquezas que este le hizo para convencerlo de ser su escudero. También es necesario el caballo, ningún caballe­ro que se precie puede prescindir de uno: Rocinante será su nombre. Las aventuras y suceden, Don Quijote y su escudero, luego de un largo periplo pleno de situados absurdas y tragicómicas, regresarán a casa donde, recobrada la cordura, el hidalgo Alonso Quijano muere pidiendo perdón por sus desatinos.
Swift es el creador de un personaje, Lemwell Gulliver, un individuo normal, medianamente inteligente, con sentido común, una buena educación y sólidos conocimien­tos en el arte de navegar. Es bondadoso y buen observador, aunque en ocasiones bas­tante ingenuo. Desde pequeño sintió una irresistible necesidad de viajar. Este persona­je le permite a Swift observar y describir, a través de distintos viajes, una serie de paí­ses extraños poblados por seres diminutos o gigantes, islas voladoras, caballos con las cualidades de los humanos y humanos con las de los caballos, etcétera. El esquema de los cuatro viajes que emprende Gulliver es siempre el mismo. Se embarca para alejar­se de la tediosa vida en Inglaterra y, luego de un naufragio o algún inconveniente si­milar, llega a una tierra de ignotas características. Una vez instalado en la desconocida comarca, el viajero cuenta todo lo que observa: usos y costumbres, formas de gobier­no y detalles de la sociedad. Este recurso le permite a Swift satirizar agudamente sobre las costumbres de su propia sociedad, ya que este personaje, inocentemente, sin hacer comparaciones explícitas, pone en evidencia lo absurdo y ridículo de ciertos compor­tamientos. Por ejemplo, reinos enfrentados en guerras interminables debido a diferen­cias en el modo de cascar los huevos para el desayuno, partidos o facciones irreconci­liables divididos por la altura que debían tener los tacones de los zapatos. Situaciones, todas, que remiten a la Inglaterra de esa época. Gulliver, como personaje, va evolucio­nando: adquiere mayor lucidez a medida que observa culturas diferentes de la suya que le permiten reconocer las peculiaridades del género humano. Finalmente, luego de re­tornar de su último viaje, desencantado de los humanos y de sus execrables defectos, se dedica a buscar a algún "inglés que no le resulte del todo insoportable".


Los mecanismos del humor

En el caso del Quijote, el humor surge, fundamentalmente, del contraste entre el universo propio del caballero y la realidad. Los ideales caballerescos todavía no compartidos por Sancho que recién se inicia en su oficio de escudero, son incompatibles con la realidad objetiva. Como ya dijimos, en la parodia, la risa surge de una constante confrontación entre ambos textos, el parodiado y el parodiante. Y, como lo paródico se establece en relación con otros textos, en este caso, con las novelas de caballería, es preciso tener cierta conciencia del género para establecer dicha relación. La transformación del pacífico hidalgo en el caballero don Quijote sigue las pautas extraídas del género.
Sancho se encarga de expresar la realidad objetiva:

-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas que, volteadas al viento, hacen andar la piedra del molino.

Y el contraste cómico está dado por la tozudez del Quijote. Un caballero sin la dignidad de un caballero real y en un contexto en el cual su atuendo y sus ideales, "desfacer entuertos" y "ganar la gloria", están fuera de lugar.
Los distintos aspectos del contraste cómico pueden verse en el esquema que sigue:

Contraste cómico
Contraste de personajes:
Oposición entre don Quijote  y Sancho Panza.
Contraste de universos:
La realidad vista por el escudero y lo imaginado por el caballero.
Contraste lingüístico:
La forma de hablar del caballero y la forma de hablar de Sancho.


La ironía también se hace presente. En el primer capítulo, el narrador ha señalado el verdadero estado del atuendo que viste el pobre caballero: arma­dura y armas oxidadas por el orín de los perros, enmohecidas y arrumbadas desde la época de sus abuelos en un desván, una celada (la pieza de la arma­dura que servía para proteger la cabeza) reconstruida con cartón, etcétera, y también conocernos la calidad real de su caballo. Sin embargo, si leemos linealmente el avance del caballero, no percibimos el sentido irónico del texto.
[…] y  encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre arremetió a todo el galope de Rocinante […]

En el caso de Gulliver, el humor también deriva, en parte, de la compara­ción o relación con otros textos. Hace falta cierta conciencia del género de los Diarios de viaje, conocer sus características. El autor, a sabiendas de este hecho, incluyó en la primera edición todo el aparato formal, mapas, datos de navegación, distancias, etcétera, que aparecían en los diarios de viajes reales.
La relación intertextual de la imitación satírica se aprecia en el tono descriptivo que adopta el personaje narrador, y que remite al modo de relato de los viajeros reales. La inclusión de los mapas y los demás elementos mencionados también reproduce la relación con el aparato formal de los diarios verdaderos.
  No obstante, el peso fundamental de la comicidad está en los satíricos co­mentarios del personaje Gulliver que, a través de sus ingenuas observaciones sobre los liliputienses, pone en evidencia las costumbres criticables de la sociedad inglesa y su gobierno. Ni siquiera el propio Gulliver se salva de la sá­tira. Swift no se priva de hacer objeto de la burla a su propio personaje criti­cando su vanidad, a través de irónicos comentarios cuando el rey de Liliput lo condecora por vencer a la flota enemiga.
     En el fragmento considerado, la crítica no está expuesta directamente, pe­ro resulta absurdo el recurso de los liliputienses para elegir los candidatos a los puestos de la corte. Inmediatamente lo relacionamos, por contraste, con la sociedad real y aparece, entonces, nítidamente la burla satírica, que condena la elección de los hombres por mecanismos que nada tienen que ver con la capacidad para ejercer las funciones requeridas.
   Los contemporáneos de Swift, además, tenían también la ocasión de reírse de ciertos individuos, miembros de la corte o del gobierno, reconocibles en los personajes de la obra.
Lo ideal, que los hombres sean designados por lo que mejor saben hacer, en contraste con el absurdo método planteado, resulta evidente sin necesidad de explicarlo.
La ironía tampoco está ausente. En este relato, es al autor quien establece distancia con su personaje narrador. Por ejemplo, cuando Gulliver sostiene:

Quiso el emperador, en esto, mostrarme algunas de las muchas cu­riosidades del país, en lo que exceden a cuantas otras naciones conozco, juntamente en destreza y magnificencia.

Se advierte que el autor no comparte esta afirmación, y más que conside­rar la futilidad y vanidad de los liliputienses, apunta a criticar idénticos vicios en sus contemporáneos ingleses. En cambio, el personaje Gulliver sí aparece ingenuamente identificado con estas palabras.

Fuentes: 


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